martes, 23 de septiembre de 2008

Días lluviosos en un cuarto solitario


Solía ser de los que pensaba en la lluvia como un momento benéfico para los sentidos, para la reflexión personal.
Era de los que soñaba románticamente con ver la lluvia desde la ventana y soñar con días añejos, con personas queridas y con momentos bellos.
Pero la situación de cada uno cambia. Y la lluvia no me parece más, algo bonito o dino de apreciar. La lluvia moja mis entrañas, y cala los sentidos. Penetran en los recuerdos a pesar de nuestra negativa de que lo haga.
La melancolía es dulce por momentos, pero cuando los recuerdos se aposentan en la memoria y salta y baila en medio de un cuarto solitario, entonces la nostalgia duele.
Cada gota en la ventana es como un navajazo en el brazo, que produce silenciosamente un eco desgarrador en las paredes del cuarto. Una cama, un colchón vencido, una mesita con 3 o 4 artículos de higiene personal, no son obstáculo para los sonidos desgarradores del silencio.
Mi soledad se refuerza, y me retuerce, con cada lluvia.
Ya no me gustan los días de lluvia estando en mi cuarto solitario.