lunes, 10 de agosto de 2009

Aúllidos sin sentido

 

Qué caso tiene surcar los senderos de cada día si al final no existe razón alguna para desandarlos, así sea con rumbos diferentes.

Qué caso tiene sortear discusiones y disputas por cualquier razón u objeto si al obtener el triunfo no hay persona con quien disfrutarlo.

Para qué mantener una actividad desenfrenada por conseguir éxitos que de diluyen lentamente por las noches despejadas, ante un lluvia de melancolía y soledad.

No existe razón para soltar gritos de madrugada si no se llama a nadie. 

Nuestro lamento se confunde con otros aullidos surgidos de calles cercanas. Hombres-perros que deambulan sin sentido gruñendo y peleando por razones que no entienden ni se detienen a comprender.

Son gritos sin sentido que damos ante una humanidad que nos queda grande, imposible de evadir.  

Son gritos sin sentido, que deseamos aminorar ante la posibilidad de un alma perdida aúlle de la misma forma, junto a nosotros.

Sin compañía, no hay razones para pelear.

miércoles, 5 de agosto de 2009

En el abismo

Extraña sensación de vacío interno, nauseas y malestares propios de una resaca temprana y sin pretextos. Una sensación de caída libre, más bien como permanecer flotando en el vacío.

Rondar el interior del abismo.
Habitar en el abismo.
 
Muy detrás han quedado las ganas en mandar todo al diablo, de soltar la toalla, de cerrar los cuadernos. 
De arrojarse al vacío.
 
Ahora me encuentro en el abismo.
No conozco el camino de regreso ni pretendo buscarlo.
 
No pretendo acostumbrarme a estas sensaciones desconcertantes. Solo disfrutar mientras duren. 
Seguro alguien mandará buscarme, alguien intentará sacarme del abismo. 
 
Algún mensaje debe haber en todo esto, pero aún no lo descifro. 
 
En el abismo no hay nada. Solo eternidad.