domingo, 9 de marzo de 2008

Las tardes nubladas presagian tu llegada



Las tardes nubladas presagian tu llegada. No puedes fallar. Llega la lluvia y te presentas siempre igual, con un impermeable transparente que deja ver su interior, con una serenidad que pocos soportan. Llegas sin paraguas, empapada de agua y soledad.
Entras en silencio y te acomodas en ese incomodo sillón que me regaló un tío hace años. Escoges la música y te sientas a verme trabajar. Mientras leo, mientras arreglo el cuarto, mientras redacto interminables cartas y oficios legales. Me miras detenidamente, en silencio detenido, y se forma un extraño ambiente propicio para no pensar, para no vivir. Un tiempo detenido que sirve para soñar con nada.
Pasas una hora, llega otra y la humedad se escapa de tu ropa, casi siempre concuerda con el término de la lluvia (cuando el torrente no ha parado, sales un momento dejando la puerta abierta y regresas momentos más tarde con la humedad rejuvenecida en ti) La humedad escurre por los recuerdos.
Son los recuerdos que se escurren, y que permanecen en el viejo sillón. Nadie más lo usa, menos cuando descubren la tremenda depresión que provoca, tan llena de remordimientos y de culpas. El sillón antes café ahora se ha puesto gris, como los recuerdos que escurren de tu impermeable transparente.
La lluvia presagia la sequía, presagia tu ausencia. Los días soleados son detestables sabiendo que estarás lejos, sintiendo tu mirada en el viejo y vacío sillón gris, sintiendo tu mirada omnipresente en mí, como un simple recuerdo infantil. Una sensación que no lastima ni alegra.
El cuarto está incompleto sin ti. Siempre llegas con la lluvia y te evaporas con el sol. Llegas en silencio y el silencio nos acompaña cuando apareces. Hay cosas que nunca nos diremos. Es el orgullo el que nos marca, y son las promesas las que nos vuelven a unir.Me resigno a tenerte sólo con la lluvia, entre recuerdos vacíos de razón, me resigno a ver tu anuncio en las tardes nubladas, y a experimentar tu soledad en la lluvia corriente.