viernes, 1 de febrero de 2008

Cambios, muchos cambios.

Nuestra vida está llena de cambios. No deja uno de cambiar. Pero cuando los cambios son más dráticos, es común que uno los vea con detenimiento, con detalle, con curiosidad y en ocasiones hasta con admiración y melancolía.
Cambiar de sitio, de casa, de trabajo, de novia, de vida.
El cambio interior es aquel del que no tenemos muchos vestigios.
Cuando ve uno en perspectiva y se da cuenta de todo aquello que ya no hacemos, de aquello que ya no nos gusta, o que ahora preferimos. En ese momento notamos el cambio.
Hoy he visto como y cuanto he cambiado.
Hoy he notado que ya no soy el mismo.
Hoy, ya no es ayer.
Y aun no si si debo alegrarme o resignarme.